Eugenio Elías Entrevista: 25 de enero 2025

Eugenio Elías

Entrevista: 25 de enero 2025

Parte 1

Pam: …Yo sí creo que ahí hay una laguna de falta de términos para poder abarcar los nuevos géneros que están surgiendo y que no precisamente son “jazz”.

Eugenio: Pues es que se termina usando como etiqueta la palabra “jazz” y no conduce a nada. Cuando tienes una, por decirlo de alguna manera, conciencia de lo que se ha necesitado a lo largo de poco más de un siglo para llegar hasta donde estamos, eso te hace, creo yo, humilde.

Básicamente hemos llegado aquí por la gente que dio su vida por esta música. Como dijo Dizzy Gillespie “no se puede ser más serio en algo cuando das tu vida por ello” y ya dieron su vida mucha gente que nadie conoce, no estoy hablando de las estrellas y genios que conocimos, sino de muchos otros que nunca, siquiera, supimos de sus vidas.

Yo crecí escuchando música tradicional y me atrapó enseguida. Empecé con la trompeta muy chico y empecé a tocar en pequeños grupos de jazz, a escuchar e ir a conciertos desde muy chico.

Pam: ¿Eres de Buenos Aires?

Eugenio: Sí. Mis papás escuchaban jazz; todo el mundo escuchaba el jazz en Buenos Aires. Era muy popular. Es probable que sea la capital de Latinoamérica donde más jazz ha habido porque había mucha música, especialmente tango, pero como en el tango solo participan las cuerdas, los músicos de viento dijeron “bueno, pues toquemos jazz” y se desarrolló toda una una cultura como no creo que haya ocurrido en otra ciudad de Latinoamérica, durante el siglo XX. Ahí tienes el testimonio de Julio Cortázar en “Rayuela” y “El perseguidor”, todo eso hablaba de una cultura detrás.

Había interés y un conocimiento y de eso se trata: la única manera en que uno se puede hacer respetar es a través del conocimiento. La única manera en que te pueden respetar los artistas, los músicos serios de jazz, es a través de tu dedicación y tu conocimiento, por eso digo que es importante estudiar la historia del jazz, siempre.

No sólo los músicos, los promotores también: necesitamos menos empresarios y más conocedores y estudiosos que se dedican a promover, me parece, porque si no, termina ganando el negocio al desarrollo artístico, de la música, y eso va en contra de lo que marca la historia; de los que dieron la vida por el jazz.

Yo escuché en vivo a muchos músicos importantes, que en seguida, después que los escuché, muchos de esos fallecieron: Dexter Gordon, Stan Getz, Charles Mingus, Count Basie, Dizzy Gillespie, Freddie Hubbard, Pharoah Sanders…

Pam: ¿Tuviste oportunidad de platicar con uno de ellos?

Eugenio: Platiqué, por ejemplo, con Curtis Fuller, trombonista de “Blue Train” (Blue Note, 1957) que fue a Buenos Aires con Lionel Hampton; estuve mucho tiempo con Cat Anderson, primera trompeta de Duke Ellington, gran maestro que nadie conoce, más que los que estuvieron con él; el saxofonista tenor Paul Jeffrey: un gran educador y después historiadores como Phil Schaap que era el que más sabía de jazz. Tomé muchas, muchas clases él, como 30 o 40 clases.

Pam: ¿En tu etapa de estudiante?

Eugenio: No, recientemente. Fue curador de Jazz at Lincoln Center y antes había sido amigo de Papa Joe Jones, el papá de la batería moderna, quien fue su babysitter desde los dos años. Su papá era discógrafo y conoció a todo el mundo: a Roy Eldridge… ¡a todo el mundo! Escuchó, a los dos años, a Billie Holliday en vivo y creo que estuvo también a temprana edad en el Five Spot, creo que tocaron ahí Coltrane y Monk. Tenía una memoria enciclopédica a la enésima potencia, sabía absolutamente todo de todos: de Charlie Parker, Louis Armstrong; ahí están sus programas de radio en la red, y bueno, me marcó mucho en el sentido de “cuidado, aquí hay una historia que hay que respetar”.

Cuando vine a México, hace más de 30 años, empecé a ver que había muy poco jazz; había más que nada, lo que algunos llaman jazz-rock o fusión, porque de alguna manera se desarrolló esa variante en los años 70, y los músicos tocaban mucho con artistas pop, etcétera, pero no veía muchos proyectos originales más que algunos contados con los dedos de una mano, porque nuestra generación se dedicó a Tony Cárdenas… en fin.

Y bueno, había conocido a Wynton Marsalis por lo que empecé a hacer conciertos y cosas casi sin ningún objetivo. Traje a músicos de Suecia porque muchos argentinos, durante la dictadura militar, se fueron a Suecia por lo que tuvimos una colaboración muy estrecha con la embajada de ese país junto con el Zinco Jazz Club, del cual fui fundador, y en festivales como el Cervantino, en fin, trajimos la Orquesta de jazz de Estocolmo.

Suecia tiene una tradición con el jazz porque casi no tienen música propia, es tradicional pero no está muy desarrollada y hay más de doscientas Big Bands estudiantiles, todo eso hace a un país. Es un país que se lo ha tomado muy en serio porque la cultura y el arte es la sabiduría colectiva de la humanidad y es lo que, además, nos permite dirimir nuestras diferencias ¿no? por qué es lo que tenemos en común.

Es un puente por el cual no nos queda más remedio que relacionarse porque en México, Cantinflas y la Virgen de Guadalupe, son cosas que tenemos en común, no importa de qué lado del espectro político estés, es lo que te hace mexicano. El arte es lo que nos hace humanos, nos guste o no, lo tenemos en común hasta con nuestros enemigos. Es una herramienta muy poderosa para redimir nuestras diferencias y de ahí vino la propuesta de hacer un ciclo de jazz; para que hubiera una presencia permanente de grupos del más alto nivel.

Esto es muy importante porque son grupos que traemos de gente que se conoce y que cuando se suben al escenario a conversar musicalmente, ofrecen garantía de que la conversación va a ser de alto nivel. Tú no conversas de la misma manera con alguien con quien tienes confianza y te relacionas hace tiempo, que con alguien que recién conociste. Por eso traemos grupos consolidados: para que haya garantía de que lo que va a ocurrir en el escenario, sea de la más alta calidad; no hay garantía de que vamos a escuchar la mejor noche de esos músicos en su vida, pero siempre lo están intentando, desde Luis Armstrong, Sonny Rollins hasta Brad Mehldau. Hoy, todo el mundo trata de dar lo máximo en el momento que se sale al escenario y dar lo máximo es más fácil con gente con la que te conoces, con la que ya has tocado, con la que compartes.

La comunicación no es igual que cuando te relacionas a nivel personal, no puedes conocer a alguien y llevarte muy bien en un primer momento, por eso no va a ser lo mismo que 10 años después de cinco años después, cuando ya conoces sus virtudes y sus defectos.

Pam: ¿Cuál es el primer concierto de DeQuinta?

Eugenio: Del “ciclo” fue Antonio Sánchez con “Migration” en el Cantoral. Empezamos en el Cantoral porque ellos nos buscaron para que programáramos conciertos a raíz de la experiencia que tuvimos con la producción para el bicentenario con Wynton Marsalis y su Big Band Orquesta y el cuarteto de Chano Domínguez, Antonio Sánchez y Paquito de Rivera.

Hicimos una producción de música de raíz: española y latinoamericana, con arreglos para orquesta de jazz y quedó fabuloso. Eso fue una producción muy, muy, muy importante, muy padre y bueno, de ahí, nos buscaron un año después cuando ya venía la inauguración de la sala Cantoral en julio y en marzo del año siguiente empezamos con el ciclo.

Seguimos dando la batalla apostando por la calidad, por la máxima calidad posible.

Pam: ¿Y desde entonces tienen las masterclass?

Eugenio: Sí, desde el primer día hemos tenido clases todos los sábados antes de los conciertos y seguimos. Hemos tenido tres residencias con Antonio Sánchez y grandes músicos que él trajo para estar aquí una semana. El año pasado fue la tercera y veremos si se repite. No sé si este año o el que viene, esperemos que sí, en la medida que se pueda.

Pam: He notado el impacto positivo que han tenido las clases maestras y los talleres a lo largo de los años…

Eugenio: Sí, sin embargo, cada vez han venido menos estudiantes a las clases, vienen pero es raro, de repente no se entiende muy bien porque parece no haber una valoración amplia de lo que ofrecen: los o las cantantes vienen cuando hay cantantes y los guitarristas con guitarrista y los pianistas con pianistas, pero eso me parece una posición equivocada porque se trata del estudio del lenguaje.

El instrumento lo estudias en casa y con videos de Youtube o en el conservatorio con las clases con el maestro que tú elijas. Pero, la experiencia de poder tener contacto directo con alguien bien desarrollado en este arte de la improvisación es importante.

Y bueno, ahí está el tema, por qué es importante traer grupos formados y consolidados: porque es improvisación colectiva y cada uno sostiene la espalda del otro.

Creo que es importante siempre poner la música por encima de todo lo demás, por encima del negocio o de la promoción personal.

Veo muchos proyectos donde se promocionan primero las personas que los organizan o se prioriza el negocio y me parece que eso no le hace justicia a la historia. Por eso es importante la historia a fondo. Ojalá que lo que estamos haciendo, los ancestros, como los llaman, aprueben nuestro trabajo. Yo espero que sí, con los que hemos tenido contacto siempre nos han dado su visto bueno, entonces seguimos.

Pam: ¿Cuál es la opinión de México?

Eugenio: La opinión de México es que hay una escena efervescente muy, muy vital pero que falta camino por recorrer. Gente como Aaron Goldberg o Melissa Aldana se dan cuenta que hay mucho por hacer a nivel educación, al menos de lo que he hablado específicamente con ellos.

El problema es que cuando uno llega a tocar bien, cree que ya prácticamente está recorrido el camino y no toma en cuenta que en la ciudad donde esto ocurre más intensamente, que es Nueva York, te exige, despiadadamente, que des mucho más de lo que pensabas que podías dar, si no, nadie te toma en cuenta. Tienes que desarrollar capacidades que ni tú mismo pensabas que podías desarrollar o que tenías, eso es lo que te impone una ciudad como esa y por eso ahí van todos buscando eso, no todos lo logran, pero es un breaking point, una experiencia bisagra.

Me sale ahora la experiencia de Leo Genovese, el pianista argentino que estudió en Berklee, el mismo Antonio Sánchez, cuando fue de Boston a Nueva York se topó con otra realidad y tuvo que estar a la altura, muy inteligente de él, intuía que así era y se preparó. Todos pasan por eso; esa es la prueba de fuego, digamos: estar más allá de las buenas calificaciones que te pueda dar la universidad, por eso las clases, por eso los grupos que traemos: para que puedan tomar vuelo y compartir y compartirnos el viaje de la creatividad, que únicamente se da en esos conciertos.

Pam: ¿Cuáles serían los elementos para fortalecer la escena de jazz en México? La educación...

Eugenio: Sí, la educación… lo están haciendo los que se van a estudiar afuera, en gran parte, y algunos que se lo han tomado muy en serio aquí. Ya sabemos quiénes son, o algunos que ya han estudiado afuera y han regresado y no paran de seguir estudiando e investigando. Son los que, digamos, son líderes de la comunidad, los que todo el mundo respeta.

Y eso… nada, aquí lo que se busca es el respeto de los pares o el respeto de los artistas en el caso de ser promotor, y no que sea solo una cosa transaccional, de “ven, te pago, tocas y te regresas con tu dinerito y fin”.

Pam: y en cuestión de política pública…

Eugenio: Siempre hace falta presupuesto y que sea bien administrado, que sea bien aprovechado. Siempre ha sido la pata coja de esta ecuación, que sí sería bueno que hubiera mayor presupuesto y que los mejores músicos enseñaran en las escuelas para crear este círculo virtuoso… Pero bueno, hay institutos privados; la gente se las arregla para conseguir con quién estudiar y con quién obtener la información más importante. Pero bueno, lo que hay es importante, pero podría ser mucho mejor, o sea, recursos humanos, recursos económicos, infraestructura y maestros, tanto nacionales como especialistas que tienen reconocimiento internacional.

Pam: Para este año, ¿Qué podemos esperar del ciclo?

Eugenio: Bueno, empezamos con un grupo impresionante: Black Art Jazz Collective. Este Wayne Escoffery es un gran maestro por donde lo mires. Alumno de Jackie McLean que conoció y tocó para Charlie Parker y Miles Davis, viene del mero lugar donde el jazz pegó el gran salto en los años 40 y 50; enseña en la Universidad de Yale y todos los del sexteto son excelentes músicos.

Tenemos a la cantante que viene, Ekep Nkwelle, es extraordinaria. Hay vídeos para oír, preciosos. Es una voz que va a brillar en el futuro. Tuvimos mucha suerte de poder traerla ahora.

Y después viene Herlin Riley… ni se hable. Viene de una tradición de familia, de generaciones de percusionistas, de bateristas desde los orígenes del jazz y bueno, ha tocado con las luminarias de esta música como Cassandra Wilson, Ahmad Jamal, el septeto y la orquesta de Wynton Marsalis…

Y luego en junio viene Stefon Harris y Black Out, también alumno de Bobby Hutcherson. Son gente muy, muy ligada a la historia de esta música, profundamente unida a la historia. Así que fue una buena selección y redoblamos esa apuesta por la calidad.

Pam: ¿Qué ha sido lo más complicado para sostener el Ciclo?

Eugenio: Bueno, los años de la pandemia fueron muy complicados. Sobrevivimos a duras penas y estos años han sido difíciles. No hay duda que han sido difíciles, pero bueno, un año malo, un año mejor, un año regular y ahí vamos llevando las cosas. Así es esto, claro.

Pam: Jazz at Lincoln Center es una organización sin fines de lucro, ¿Ustedes también lo son?

Eugenio: En la práctica si, en lo técnico no, porque llevar una organización sin fines de lucro, en México, es muy complicado con la gestión, la contabilidad, las cuestiones legales, pero ellos nos prestan todos sus servicios y tenemos un poco los mismos objetivos: crear comunidad, educar, presentar el jazz de la mejor manera posible y en los espacios más adecuados. Y eso es importante, las condiciones de la sala Cantoral: su arquitectura, la acústica, el sonido, el hermoso piano que tiene, uno de los mejores del país. El piano que tenemos y fue elegido por Armando Manzanero, así que, también nos ayudó mucho. Siempre estuvo en su mejor disposición para que presentáramos los conciertos. Por ahí tengo discos dedicados y cosas de Don Armando un gran gran maestro, un gran personaje, muy querido.

Pam: ¿Cuál es la relación con Armando Manzanero y ustedes?

Eugenio: La sociedad de actores y compositores a la que pertenece la sala. Nosotros hicimos un disco con Armando Manzanero, Paquito de Rivera, Antonio Sánchez y Carlos Henríquez. Todo eso se cocinó ahí, mientras organizamos conciertos de jazz.

Pam: ¿Y crees que ahora más personas consumen “jazz” o crees que ha sido igual?

Eugenio: Sí, sí, pero bueno, el “jazz” es demasiadas cosas y a veces la gente se confunde.

Pam: Bueno, dejémoslo en el “jazz” que traén ustedes.

Eugenio: Yo creo que sí. Yo creo que la gente lo aprecia. Ver y escuchar en vivo es una experiencia fabulosa, fantástica porque tú ves un cuadro siendo pintado y ves el producto terminado. La grabación es un poco de eso. Es un producto terminado. Cuando ves al pintor trazar sus pinceladas mientras hace el cuadro, eso es otra experiencia y es lo que ocurre en el jazz, siempre. Para que tu veas un pintor pintar en su taller, tendría que ser algo extraordinario, no lo hacen frente al público y esa es la razón de ser de la música, crear en el momento, frente a una audiencia sin el cual ocurriría la experiencia comunitaria entre el público y los músicos, no sólo entre los músicos.

La audiencia tiene una parte fundamental de la respuesta creativa de los músicos. Escuchar activamente es participar.

Pam: Para terminar, qué le recomiendas a productores jóvenes

Eugenio: Que estudien la historia de la música, parece trivial pero no lo es; el que no conoce la historia, no sabe de lo que estoy hablando. Esta música no engaña a nadie: si tú la promueves pensando en el negocio, tu camino va a estar muy corto. Hay un límite del dinero que puedes hacer con esta música, está absolutamente limitado el tema empresarial. Por eso esto se hace por la música, no por el dinero.

Pam: Yo también me he percatado de eso, pero ¿por qué es limitado?

Eugenio: Porque no es música comercial, porque cuando tú le pones dinero al jazz, se transforma en Kenny G. (...) No estás en estos mundos por el dinero en absoluto. Que te guste o que no te guste, es una cuestión de gusto personal, no de conocimiento. Y otra vez, volvemos a lo mismo: es una cuestión de conocimiento, conocer la historia del jazz. Es poder tomar decisiones basadas en la integridad de la música. La música primero. Eso es todo. Eso lo aprendí también de los músicos con los que he platicado toda la vida.

Pam: Ahorita ¿A quiénes nos recomiendas escuchar?

Eugenio: bueno, está Leo Genovese, está Melissa Aldana, Camila Meza, Antonio Sánchez con todos los proyectos en los que están; Fabián Almazán, aquí tenemos a Diego Franco, a pianistas como Paquito Cruz. No sé, es injusto porque no, no me van a venir a la cabeza todos. Este Alonso Sánchez, un gran bajista que estudió afuera y bueno, tú lo escuchas tocar y tiene algo que viene de otro lado más profundo. Hay muy buenos bajistas en México, pero a algunos les falta “el último salto”.

Pam: ¿Cuál es “el último salto”?

Eugenio: “El último salto” es entender cuestiones rítmicas. Como las sesiones que escucho, demasiados bajistas no subdividen en las baladas. Las baladas parecen un elefante caminando cuando el bajo no subdivide. En general, el bajo tiene un rol rítmico importantísimo y no lo cumple.

Escucha el ritmo. Ese es el mensaje que se echa; es un lenguaje rítmico, punto. Además, todo está supeditado al ritmo. Todas las notas están al ritmo.